En las publicaciones anteriores,
he estado hablando de la inteligencia emocional, te había dicho que las
emociones provienen de la amígdala, que las inteligencia va más allá de nuestro
coeficiente intelectual, ya que se ha comprobado que para una persona tener
éxito necesita el 80% de su inteligencia emocional, y el restante de la inteligencia intelectual, nuestras
emociones tienen dos áreas , las cuales debemos conocer el área Intrapersonal
que es donde nos conocemos nosotras mismas y reconocemos nuestras propias
emociones y el área Interpersonal que es con la cual nos relacionamos de manera
eficaz con los demás, y no solamente eso sino que también reconocemos sus
emociones.
Ahora luego de todo esto que hemos estado
aprendiendo, surge la pregunta de ¿cómo podemos regular nuestras emociones?
Manejar las respuestas emocionales se
puede aprender. Al mismo tiempo es un signo de maduración y de inteligencia. En
la primera infancia, habitualmente no regulamos nuestra respuesta emocional,
simplemente la expresamos o explota. Socialmente se acepta y se perdona este tipo
de "sinceridad" en las respuestas emocionales de los niños y las
niñas pequeñas. Y a medida que se van haciendo mayores, el índice de tolerancia
ante esta inmediatez en las respuestas va disminuyendo hasta llegar a la
madurez, cuando socialmente se exigen la regulación emocional. Con su
aprendizaje conseguimos equilibrar dos fuerzas opuestas. Por un lado, la
necesidad biológica de la respuesta emocional, y por el otro, la necesidad de
respetar determinadas normas de convivencia. La alternativa que se propone es
que existen emociones como consecuencia de la respuesta de la persona ante una
situación.40
La alternativa que propone Manel
Güell Barceló en su libro ¿Tengo Inteligencia Emocional? es considerar que no
existen emociones positivas ni negativas, simplemente existen emociones como
consecuencia de la respuesta de la persona ante una situación. También es
cierto que determinadas emociones son útiles y traen un beneficio al individuo
y otras no. A partir de este hecho podemos dividir las emociones en: respuestas
emocionales efectivas, útiles y adaptativas; y respuestas emocionales no
efectivas, poco útiles o poco adaptativas. Una respuesta emocional (alegría,
ira, vergüenza) será útil en función del contexto. Si la respuesta es
adaptativa y nos ayuda a relacionarnos con el mundo que nos rodea, con los
demás y con nosotros mismos, será una emoción efectiva. Así todas las
respuestas emocionales son positivas siempre que se utilicen adecuadamente.
Daniel Goleman defiende que en la
empresa, cuando hablamos de autocontrol emocional no estamos abogando, en modo
alguno, por la negación o represión de nuestros verdaderos sentimientos. El
"mal" humor, por ejemplo, también tiene su utilidad; el enojo, la
melancolía y el miedo pueden llegar a ser fuentes de creatividad, energía y
comunicación; el enfado puede constituir una intensa fuente de motivación,
especialmente cuando surge de la necesidad de reparar una injusticia o un
abuso; el hecho de compartir la tristeza puede hacer que las personas se
sientan más unidas y la urgencia nacida de la ansiedad siempre que no llegue a
atribularnos puede alentar la creatividad. También hay que decir que el
autocontrol emocional no es lo mismo que el exceso de control, es decir, la
extinción de todo sentimiento espontáneo que, obviamente, tiene un costo físico
y mental. La gente que sofoca sus sentimientos especialmente cuando son muy
negativos eleva su ritmo cardíaco, un síntoma inequívoco de hipertensión. Y
cuando esta represión emocional adquiere carácter crónico, puede llegar a
bloquear el funcionamiento del pensamiento, alterar las funciones intelectuales
y obstaculizar la interacción equilibrada con nuestros semejantes. Por el
contrario, la competencia emocional implica que tenemos la posibilidad de
elegir cómo expresar nuestros sentimientos.
También afirma que la
inteligencia emocional se basa en cinco COMPETENCIAS
BÁSICAS, que serían como habilidades adquiridas en la práctica de nuestra
vida diaria, estas capacidades son necesarias para el mundo laboral, pero no
son menos indispensables en la vida diaria con ellas podemos manejar
eficazmente nuestras emociones, todas son aprendidas por ese motivo pueden
trabajarse para ser modificadas en cualquier momento de nuestras vidas.
Vamos hablar de cada una de
ellas, la primera es:
Autoconocimiento emocional o conciencia de uno
mismo; esta es la habilidad que utilizamos para reconocer nuestras
emociones y sus consecuencias. Si queremos desarrollar esta capacidad es el
momento de observar nuestro interior. Es muy importante conocer el modo en que
nuestro estado de ánimo influye en nuestro comportamiento, ¿cuáles son nuestras
virtudes y nuestros puntos débiles?, podemos hacer la prueba con un suceso
profundamente emocional que nos haya sucedido y dediquemos un tiempo a
examinarlo,¿ que sucedió?, ¿que sentimos en ese momento?, ¿que sentía
exactamente nuestro cuerpo?, palpitaciones, molestias en el estómago,
acaloramiento, ¿cuánto dura el sentimiento?, ¿cómo creo que afectaron las emociones a la forma de solucionar la
situación?, ¿tuvieron mis emociones una función positiva o negativa?, ¿porque
creemos que actuamos de esa forma?, este auto diálogo con nosotros mismos debe
ayudarnos a reconocer nuestras emociones, es más eficaz incluso si lo
escribimos así pues si conocemos nuestras fortalezas la usaremos para resolver
una determinada situación, si conocemos nuestras debilidades las controlaremos
para evitar que sean culpables de nuestro fracaso, todo esto nos encaminara a
tener una mayor confianza en nosotros mismos y seguridad en nuestras
capacidades esta habilidad nos permite también expresar y mantener puntos de
vista propios al margen de la opinión general de cualquier otra persona, así
como tomar decisiones a pesar de la incertidumbre y las presiones.
La segunda es Autocontrol emocional o
autorregulación; nos permite no dejarnos llevar por los sentimientos
del momento. Es saber reconocer que es pasajero en una crisis y que perdura. Es
posible que nos enfademos con alguien del trabajo o con un familiar pero si nos
dejásemos llevar siempre por el calor del momento, estaríamos continuamente
actuando irresponsablemente, y luego ´pidiendo perdón. ¿Y quién no ha estado
alguna vez enfadado? Obviamente todos nos hemos enfadado alguna vez, siempre
hay razones aunque no todas son buenas otras de las emociones que nos acosa es
la tristeza, aunque no debemos olvidar que es un estado de ánimo al igual que
cualquier otro tiene sus facetas positivas y siempre y cuando no se convierta
en un estado que interfiera en nuestra vida, todos en algún momento sentiremos
tristeza y no debemos avergonzarnos de ella, así por ejemplo, ante una pérdida
irreparable la tristeza nos aporta un estudio reflexivo que nos lleva a un
periodo de retiro y de duelo necesarios para asimilar está perdida, ayudándonos
a restablecernos y seguir adelante, pero si esto se convierte en una obsesión
la preocupación por aquello que nos deprime, solo servirá para que se agudice
para que no se prolongue más esta situación.
La tercera competencia emocional
es la Automotivación; significa
saber dirigir las emociones hacia un objetivo, lo cual nos permite mantener la
motivación y fijar nuestra atención en las metas en lugar de los obstáculos. En
esto es necesario cierta dosis de optimismo e iniciativa de forma que seamos
emprendedores y actuemos de forma positiva antes los contratiempos, un aspecto
esencial si queremos lograr nuestros objetivos es no fijar nuestra atención en los problemas, sino en
cómo superarlos de nada nos sirve una mente inteligente si ante el primer
obstáculo nos derrumbamos porque las cosas no van como desearíamos que fuesen,
si nos paramos a pensar en la ansiedad y en la preocupación, nos encontramos
con una paradoja, el mismo interés para hacer un examen motiva algunos
estudiantes a prepararse para la ocasión a la vez que puede sabotear a otros ya
que su nivel de ansiedad estará difiriendo en su pensamiento.
La cuarta es Competencia
Emocional es Empatía o reconocimiento de emociones ajenas; es la capacidad
cognitiva de percibir lo que sienten los demás. La clave radica en captar los
mensajes tanto verbales como no verbales de nuestro interlocutor, así por un
lado tenemos que la mente irracional, se transmite a través de las palabras y
por otro que la mente emocional se transmite a través del lenguaje corporal, la
relaciones sociales se basan muchas veces en saber interpretar las señales que
los demás emiten de forma inconsciente y a menudo no son verbales. El reconocer
las emociones ajenas es el primer paso para entenderlas e identificarnos con
ellas.
Ya para finalizar tenemos las habilidades
sociales; consiste en la capacidad de conocer los sentimiento de los
demás y poder hacer algo para transformarlos. Al relacionarnos con los demás
estamos emitiendo señales emocionales que afectan a los que nos rodean, muchos nos damos
cuentas que las emociones son contagiosas, de forma que si alguien nos contesta
de una manera airada nos sentiremos enfadados y si alguien que está feliz se
sienta a nuestro lado y empieza hablarnos y q reír acabaremos riendo con ellos.
Esta habilidad es la base de la popularidad, el liderazgo y la eficiencia interpersonal, y es que todos
conocemos a una persona que parecen
tener un toque especial en el trato con los demás que son simpáticas
suelen caer bien a todos, pero además son capaces de encontrar soluciones a
conflictos sin que la agresividad, el enfado u el nerviosismo hagan acto de
presencia.
La inteligencia emocional, nos muestra las
maneras mediante la cual podemos manejar nuestras emociones,
y no solo con nosotras mismas si no que nos hace ver una nueva forma de conocer
a las personas de nuestro alrededor, poner todo esto en práctica como mujeres
nos haría cambiar positivamente nuestra vida, la mejor manera para una mujer
exitosa afronte retos, es con las emociones en calma.
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